Las fuerzas parejas del bien y del mal, de la luz y de la
oscuridad aparecen, con pequeñas variaciones, en casi todas las tradiciones. En
el símbolo del Taoísmo chino del yin y del yang, por ejemplo, cada uno de los
polos contiene al otro, ambos representan la relación existente entre los
opuestos, indisolublemente unidos en un abrazo eterno, y su continua
transformación mutua.
El yin y el yang se asocian con determinadas características
y se manifiestan en todo el cosmos. El yin se asocia con lo femenino y con la
oscuridad, el almacenaje, la introversión y el frío. En el mundo natural, se
presenta en la Luna y en el agua, y está presente en la sangre y en el interior
del cuerpo humano. El yang se asocia con lo masculino y con la luz, la
actividad, la extroversión y el calor. En el mundo natural, el yang tiene su
representación en el Sol y en el fuego; en el cuerpo humano se relaciona con el
flujo de la energía vital y las
superficies exteriores.
En el Yoga se busca equilibrar los opuestos, integrarlos,
armonizarlos. Si se realiza una postura del lado derecho, luego se la realiza
del izquierdo; si se hace una torsión, luego viene la contra-torsión; después
de una flexión hacia adelante, hay una flexión hacia atrás. Lo mismo ocurre con
los pranayamas, luego de practicar una respiración activa, conviene hacer una
respiración pasiva. La respiración alternada "Nadi Sodhana" es un
excelente pranayama para equilibrar los hemisferios derecho e izquierdo.
Armar una postura e intentar mantenerla algunos instantes requiere
de un esfuerzo, de un sutil equilibrio entre el movimiento y la quietud.
A través del Yoga se recorre un camino de integración de los
opuestos. Tiene que ver con una posición imparcial y neutral hacia la dualidad.
Es la conciencia libre de opuestos, conciencia testigo, que observa todo sin juzgar. Se encuentra presente en todo momento y observa de manera neutral la
polaridad de los opuestos complementarios.