Clases de Yoga

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jueves, 25 de marzo de 2010

Respiración y emociones

La vida depende absolutamente de la respiración: "El Aliento es Vida".
Respirar es vivir. Al nacer, el bebé inspira profundamente el aire, lo retiene por un momento para extraer la energía vital, exhala después un débil gemido y comienza a vivir en este mundo. El anciano da un débil suspiro, cesa de respirar y muere. Desde el primer gemido del bebé hasta el último suspiro del anciano se sucede una continua serie de respiraciones.
El hombre puede vivir algún tiempo sin comer, algo menos de tiempo sin beber, pero sólo muy pocos minutos sin respirar. El ser humano en su estado normal no necesita que nadie le enseñe a respirar. Pero la vida civilizada le hace adoptar erróneos procedimientos y actitudes de andar, estar de pie y sentarse que lo han despojado del natural derecho de respirar saludablemente.








La respiración siempre está allí y fluctúa con nosotros según nuestros estados de ánimo.
Si aprendemos a manejar nuestra respiración, aprenderemos a manejar nuestras emociones. Cuando una persona está relajada, en paz, en armonía con su entorno, su ritmo respiratorio es más lento, suave y profundo. Sin embargo, cuando esa persona está en una situación violenta, nerviosa, excitada o angustiada, seguramente su respiración se notará entrecortada, agitada y superficial.
Realizando concientemente ejercicios de control de la respiratorión (pranayamas) podemos modificar esos estados de ánimo estresantes y calmar tanto el cuerpo como la mente. En vez de dejar que las emociones modifiquen la respiración, sería bueno intentar hacer el camino inverso: por medio de la respiración modificar la emoción. Simplemente aprendiendo a relajarnos por medio de respiraciones más lentas y profundas, notaremos que los latidos del corazón se van suavizando y esto seguramente, también traerá un cambio en esa emoción que nos alteraba.
Una respiración conciente y relajada nos ayuda a liberar tensiones y agresiones externas.